Antes de conocer y juzgar a los candidatos, lo más conveniente sería reflexionar sobre los protagonistas de estas elecciones, esto es, sobre nosotros mismos: los votantes.
Por Carmen Dávila. 20 enero, 2020.Faltan pocos días para las elecciones congresales extraordinarias 2020 y, probablemente, algunos de nosotros aún no hemos definido por quién votar. Esto es curioso, pues con toda la información que circula en los medios de comunicación no habría obstáculo para haber decidido ya nuestro voto. En el intento de responder a esta cuestión, he llegado a la conclusión de que quizás, antes de conocer y juzgar a los candidatos, lo más conveniente sería reflexionar sobre los protagonistas de estas elecciones, esto es, sobre nosotros mismos: los votantes.
Para alcanzar dicho fin, me valdré del reporte ¿Cuál es el perfil del elector peruano?, elaborado por la la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica Ciudadana (DNEF) del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), que busca dar a conocer cómo piensa el votante e incentivar la formación de electores críticos capaces de decidir su voto con base en información adecuada. Para ello, proporciona información sobre las principales problemáticas del país, la descripción de los electores y otras variables relevantes; todo, con datos estadísticos que corroboran lo ahí afirmado.
Como no contamos con mucho tiempo para analizar el reporte antes de las elecciones, resumiré sus resultados: 1) La aprobación de la realización de estas elecciones extraordinarias es bastante alta debido al contexto (disolución del Congreso); 2) para este proceso, el número de votantes ha crecido; 3) se debe considerar al electorado indígena, el cual ha aumentado su desinterés en la política, y al electorado joven, cuyo interés en ella ha crecido, pero también su desconfianza en los partidos políticos; 4) el interés de la población en la política se caracteriza por ser bajo; 5) aún existen dificultades para acceder a la información; y 6) el electorado solo conoce las reglas básicas para votar, por lo que podría usar mal el voto preferencial.
Así es, el panorama es poco alentador, por lo que será una consigna mejorar como votantes. Por otro lado, el reporte no se limita a exponer las problemáticas existentes; también proporciona un análisis claro y breve de la tipología del votante. Da a conocer cuáles son los tipos de electores en función de dos criterios: el conocimiento (información) y la participación en espacios públicos (marchas, protestas, actividades de campaña, etc.)
Según el reporte, podríamos encajar en cualquiera de estos perfiles: 1) elector vulnerable: se encuentra desinformado pero participa (vota por simpatías personales); 2) elector apático: no está informado ni participa (vota por obligación); 3) elector interesado: le interesa la política, el proceso electoral y las propuestas de los candidatos, pero no participa en actividades políticas (vota por un determinado candidato, luego se desilusiona y genera apatía por la política); y 4) elector crítico: le interesa la política, se informa y participa activamente (vota con la convicción de elegir a quien mejor represente los intereses colectivos y personales).
Sabiendo esto, corresponde preguntarnos: ¿qué tipo de votante soy? Quizás la respuesta no sea la que quisiéramos, pero no importa, somos humanos y está en nuestra naturaleza ir perfeccionándonos. La idea es que identifiquemos nuestras falencias para corregirlas y no perder la esperanza de llegar a ser electores críticos, esto es, verdaderos ciudadanos comprometidos con el bien común.
Para ello, necesitamos mejorar tanto en conocimiento como en participación en espacios públicos. En mi opinión, el mayor reto está en el segundo punto, pues, exige que reforcemos nuestra voluntad y controlemos nuestras pasiones. Solo después podremos analizar objetivamente la información y usarla adecuadamente.
A estas alturas, solo conviene recordar que quienes sean elegidos tendrán la enorme responsabilidad de fortalecer la institución del Congreso de la República, órgano que tanta falta hace en estos días. Por ello, procuremos elegir personas que, a través del correcto ejercicio de sus funciones (legislar, fiscalizar y representar), sean capaces de contribuir con las grandes reformas que nuestro país necesita. Asimismo, que continúen con aquellas reformas ya iniciadas, como la reconstrucción del norte, la protección efectiva de derechos sociales, la elección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional, la reforma del sistema de justicia (más ahora que está a punto de concretarse la selección de los miembros de la Junta Nacional de Justicia, sin duda uno de los mayores logros de este gobierno), entre otras.
No perdamos de vista que es nuestra responsabilidad elegir congresistas que procuren cumplir con todo ello, sí, que procuren, porque también son humanos y pueden equivocarse. Felizmente, para solucionar las consecuencias de sus errores y horrores tenemos un Estado constitucional de derecho.
Ahora más que nunca nuestro país necesita que dejemos de ser simples espectadores y que participemos activamente en el cumplimiento de nuestros deberes ciudadanos. Por ello, aprovechemos estos días para reflexionar sobre lo que queremos y sobre lo que damos; y que esta reflexión no acabe este 26 de enero sino que continúe hasta convertirnos en verdaderos electores críticos.